El Castillo de Bil Bil es
un edificio situado en Benalmádena, provincia de Málaga, (España), y diseñado
por el arquitecto Enrique Atencia. Su estilo árabe de enlucido rojo en su
exterior y decorado con azulejo y bajorrelieves, que siguen la exquisita
tradición nazarí, lo han convertido en un icono del municipio y de toda la Costa del Sol. Destacan sus
puertas con triple arco de herradura y su iluminación nocturna. El entorno del edificio dispone de jardines
con varias fuentes de inspiración musulmana lo que le confiere una especial
belleza.
El edificio, llamado Benahazar, fue construido en 1927,
impulsado por el matrimonio de León y Fernanda Hermann, aunque nunca pudieron
habitarlo. Más adelante la familia estadounidense de William Schestrom lo
adquirió y terminó las obras. Cuenta la leyenda que William tenía un hijo
llamado igual y a ambos les decían Bill, y así surgió el nombre del castillo y
la playa:
Bil Bil. Otra versión indica que “El Bil” son las sílabas
iniciales de los nombres de la esposa, Elsa, y el hijo de William. Tal vez sean
solo leyendas, lo cierto es que esta familia y otras habitaron el Palacio hasta
que en 1980 fue adquirido por el Ayuntamiento de Benalmádena. En la actualidad
es un centro cultural (en él se celebran exposiciones y conciertos) y también
alberga otros tipos de usos, como ceremonias de matrimonio civil.
El
edificio se encuentra a orillas del mar Mediterráneo, junto a la Avenida de Antonio Machado
(antigua carretera N-340), y cerca del Puerto Deportivo de Benalmádena, el
Parque de la Paloma
y el núcleo urbano de Arroyo de la
Miel. El paseo marítimo queda estructurado en torno al
edificio. Entre sus jardines se encuentra la escultura del científico medieval
Ibn al-Baitar.
Ibn al-Baitar |
Su nombre completo fue Diya’ al Din Abú Muhammad ‘Abd Allah ibn Ahmad
ibn al Baytar, y la tradición nace en el lugar de la
actual Benalmádena (Málaga), hacia el año 1180 de la era cristiana,
por lo que su laqab o mote fue al Malaqi.
Es considerado uno de los más
importantes botánicos y farmacólogos de la Historia Medieval
de la Península Ibérica,
habiendo influido en su época en todo el saber científico del entorno
mediterráneo, que se prolonga durante largo tiempo después. Desconocido por
completo por sus actuales paisanos, es justo nombrarle aquí tanto por su luz
propia, como por ser uno de los más importantes botánicos malagueños de todos
los tiempos, cuya obra desgraciadamente no está al alcance del común de los
españoles por encontrarse en lengua árabe y ser más objeto de estudio por parte
de arabistas que por el de algún botánico con interés en lo histórico.
Este autor, perteneció a una
conocida familia de tradición científica, que procedente de Granada se instaló
en la ciudad de Málaga. Su nisba, “ibn al baytar” significa hijo
de los veterinarios, y fue este el oficio de su más próximo antecesor, lo que
debió provocarle sin duda el interés por el mundo natural, iniciándole en el
conocimiento de plantas y animales hasta que se marcha a Sevilla hacia finales
del siglo XII.
Es allí donde profundiza su
formación botánica de manos de los grandes sabios del momento,
‘Abd Allah ibn Salih, Abu al Hayyay y Abu al-Abbas al-Nabati,
teniendo seguramente contacto con el insigne agrónomo sevillano Abu Zakariya ibn al Awwam,
y el vivificador de la religión Muhyi al-Din Abu Bakr ibn al
‘Arabi, el poeta místico más importante que ha dado el suelo ibérico en todos
los tiempos.
A sus cuarenta años de edad
(1220), inicia un viaje por el norte de África, dirigiéndose hacia el Medio
Oriente, de donde no regresará jamás. Muere en Damasco el año 1248,
coincidiendo también en esto con Ibn al-‘Arabi posiblemente de pena
sincera al coincidir con la conquista de Sevilla por el rey castellano Fernando
III. Dos siglos después de su muerte, el armenio Amir Dowlat (m. 1495)
se basó en sus trabajos para redactar su enciclopedia médica.
La obra
de Ibn al Baytar es extensa, pero dedicada exclusivamente a
la Botánica
y la Farmacología,
a diferencia de otros contemporáneos suyos, por lo general más polifacéticos.
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