Cuenta la leyenda que tal era la magnificencia de esta entrada a la Alhambra, que se
aseguraba que no existía caballero que, montado en su cabalgadura y portando su
lanza, consiguiese tocar con la punta de ésta la mano esculpida en lo alto del
arco exterior...
Tan convencidos estaban de ello, que aseguraban que quien consiguiese tal
proeza conquistaría el trono de la
Alhambra.
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